En Venezuela desde el pasado 12 de febrero hemos observado dos
tipos de protestas. Unas pacíficas, lideradas básicamente por estudiantes, pero
a las que se han ido sumando ciudadanos de diferentes sectores (y en los
últimos días factores sociales y políticos) y otra de corte más violento, con
muestras evidentes de vandalismo, como lo son las guarimbas, que ya suma
una víctima mortal, y que son en la opinión de más de uno, la máxima expresión
de la violencia actual en Venezuela.
Esta forma de “protesta” más allá de expresar descontento,
frustración y desesperación, sin negar el hecho de que son numerosas, vistosas y
efectivas en su afectación, no recibe el apoyo de la mayor parte de los
venezolanos. Resulta absurdo pensar que a través de una acción tan radical como
irracional, se pueda derrocar a un gobierno. La reacción que la guarimba provoca
es la indignación y la desaprobación, simplemente porque nos vemos imposibilitado
en nuestro legítimo derecho a la libre circulación.
Lo que persiguen los ciudadanos que las activan es llamar la
atención de la prensa internacional, llámese CNN o cualquier otro medio de
comunicación internacional y lo utilizan para llamar la atención y decir que en Venezuela no hay libertad de
expresión y que no se respeta el derecho a la protesta, contradictorio ¿no? Resulta
también insólito ver como personas tan
“respetadas” como Willie Colón sea capaz de promover por las redes sociales
este método de protesta “pacífica”. Basta revisar su cuenta @willicolon para
darnos cuenta de sus “buenas” intenciones.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en
su artículo 50 expresa: “Toda
persona puede transitar libremente y por cualquier medio por el territorio nacional, cambiar de domicilio y residencia, ausentarse de
la República y volver, trasladar sus bienes y pertenencias en el país,
traer sus bienes al país o sacarlos, sin más limitaciones que las
establecidas por la Ley”. Reflexionemos: tenemos
derechos constitucionales que respetar, y deberes constitucionales que cumplir.
Por esta razón, el Estado tiene que actuar con firmeza y reprimir a estos
disociados que actúan de forma violenta cuando nos impiden circular. No podemos
hacernos eco de esa barbarie y solicitar que
actuando de manera tan violenta celebremos su gracia y se le saque
“pacíficamente” de sus espacios secuestrados.
No nos quejemos después por la represión de la que fuimos objetos. La
estamos provocando. A los señores como Willie Colón solo le podemos decir que
es muy fácil promover el vandalismo y la violencia desde los Estados Unidos y
que ojalá pudiéramos llevarlo a la justicia también a él por incitar a la violencia.
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